sábado, 31 de mayo de 2014

Fragmento Miembros del Círculo II-Êrhar: El amor de un ejecutor Parte I

Êrhar miró atrás y vio como las llamas comenzaban a devorar los árboles que rodeaban la que había sido su primera casa.

Notó la mano de Katen apretando la suya y las uñitas de su pequeña Nahoa clavándose en su pecho.

-Miwa Nahoa, miwa.-le susurró para intentar calmarla. La pequeña estaba tan atemorizada que el llanto no llegaba a cuajar, pero se podía intuir sin problemas que era lo que más deseaba en aquel instante.
-¿Ahora que haremos?-dijo preocupada Katen que sostenía al pequeño Siux y estaba haciendo un esfuerzo sobre humano para poder aguantarse sobre la rama del árbol.

-Debemos huir hacia el fuerte más cercano.-respondió el mawka.

Katen le agarró con fuerza la mano para no perder el equilibrio y después comprobó que Reyan, que llevaba a su hermana de tres años a cuestas y Wenhtara, estuvieran a salvo junto a ellos.

-Seguiremos por las ramas hasta que se marchen.-dijo Êrhar.

Su familia asintió sin mediar palabra. El joven cogió al bebé de los brazos de su madre, y ordenó a Nahoa a abrazarse con fuerza a él. Êrhar siempre había sido mejor trepando a los árboles y caminando por las ramas que su amada, por lo que era más seguro que él llevara a los dos pequeños de la familia y ella procurara ocuparse de Wehni, Reyan e Imala.

Comenzaba a amanecer cuando decidieron que era seguro poner nuevamente los pies en la tierra. Êrhar bajó con los dos pequeños a cuestas y después ayudó a su mujer y a sus otros hijos a hacerlo.

-Creo que ya les hemos despistado.-dijo el joven. Estaba claro que subirse a los árboles había sido una buena idea, pero rápidamente comprobó que no había sido suficiente.

-Buscad por ahí, no podemos dejar que el ejecutor se salga con la suya.-

La voz del colono sonó lejana pero no lo suficiente para que Êrhar pensara que estaban a salvo. Katen le miraba atemorizada. Su hijos le miraban con los rostros de la tristeza y el cansancio comandados por el mayor de los temores. Allí se encontraba él, de pie ante su familia, sin saber que hacer y consciente de que ellos confiaban en él para que los sacara con vida de aquel entuerto. Parecía que nada podía ir peor hasta que Nahoa comenzó a llorar.

-¡Cállala!-le dijo bruscamente el mawka a su mujer.

-Tiene miedo Êrhar.-dijo la mujer acercándose a la pequeña para acallar su llanto.

-Nos matarán si nos encuentran.-gruñó el joven.

-Tú puedes con ellos papá.-dijo Reyan demostrando la confianza ciega que tenía en su padre.

-No con vosotros aquí.-dijo bruscamente, mientras miraba expectante a su al rededor, como si esperara que de un momento a otro los soldados colonos aparecieran.

-Antes lo has hecho, lo hemos hecho juntos.-espetó el niño.

Êrhar mandó a callar a su hijo y después furioso volvió a decirle a su mujer que callara a la pequeña Nahoa, algo que la chica no consiguió. De repente dos soldados salieron de entre los arbustos dirigiéndose con rapidez hacia los niños. Êrhar reaccionó con rapidez y lanzó su nekwar a uno de ellos. El arma impactó directamente en la cabeza del soldado. Segundos después el joven lanzó un dardo al otro guerrero y corrió hacia el primero y antes de que el cuerpo inerte cayera al suelo sacó el hacha de la cabeza de éste y con un giro casi rítmico se lo clavó al segundo que murió al instante cuando el hacha atravesó su garganta.

Katen había conseguido calmar a Nahoa, aunque la verdad es que la pobre niña parecía haber dejado de llorar al ver lo que su padre había hecho a aquellos dos hombres. Êrhar se giró hacia su familia, el rostro salpicado de sangre de sus enemigos y su gesto preocupado hizo que tanto Katen como sus hijos le vieran como un auténtico desconocido. El silencio reinó el bosque. El joven comenzó a limpiar la sangre del arma mientras su familia lo miraba expectante, Katen fue la única capaz de decirle algo.

-¿Vamos a pasar la noche aquí?-

-Sí.-respondió él secamente.

Katen suspiró y comenzó a preparar a los niños extendiendo su capa en el suelo, allí se sentarían todos y dormirían acurrucados.

-Vigilaré toda la noche. Descansad, cuando amanezca continuaremos.-

La cuarta luna brillaba fuerte de madrugada. Katen y los niños dormían plácidamente a pesar  de que las circunstancias no eran buenas. Êrhar les observaba atentamente, estaba preocupado de como podrían afrontar todos juntos el viaje, si en esa semana comenzaba a nevar seguramente morirían por el camino. Un frío invernal se levantó en aquellos instantes, como si los dioses quisieran poner al joven a prueba. De repente comenzó a nevar. Êrhar no encontró suficientes palabras en su mente para maldecir su mala suerte. Rápidamente se acercó a su mujer y la despertó.

-Katen cariño.-le susurró.

La chica se despertó sobresaltada haciendo que Reyan se estremeciera aunque sin llegar a despertarse.

-¿Qué ocurre?-preguntó la joven. Antes de que su marido le respondiera la chica vio la nieve caer y sus ojos se abrieron como platos. ¡Había llegado ya la helada!

-Despiértalos, tenemos que ponernos en marcha.-

Llevaban más de una semana de viaje. Êrhar llevaba Siux en brazos y a Wenh de la mano. Reyan iba al lado de su padre llevando a Imala sobre sus hombros, Katen iba algo atrasada con la pequeña Nahoa, la niña no paraba de llorar y de patalear lo que hacía que la pobre madre no supiera ya que hacer con ella.

-Êrhar, Naho tiene hambre.-le dijo la chica acelerando el paso para acercarse a él. Tanto -Además tengo que darle el pecho a Siux.- apuntó la joven. El mawka paró en seco de andar y se giró hacia su mujer. Sus hijos mayores hicieron lo mismo.

-Pararemos un rato.-dijo el joven entregándole a Siux. Katen aguantó con uno de sus brazos a Nahoa y cogió con el otro  Siux.-Voy a ver que puedo encontrar.-

Katen comenzó a darle el pecho al bebé mientras Reyan intentaba calmar a sus hermanas haciéndoles trucos de magia con unas pequeñas piedrecitas.

Un espeso manto de nieve cubría ya todo el suelo. Êrhar se subió a uno de los árboles más altos que encontró para escrutar el terreno, en aquellos momentos era bastante difícil encontrar una presa, puesto que la mayoría estaba refugiada hasta que el tiempo se asentara del todo. Resopló al no avistar ningún atisbo de vida cerca de su posición y sobretodo porque no conseguía llegar a ver ninguna ciudad o el fuerte amigo al que debían dirigirse. Bajó del árbol algo decepcionado y con un pequeño trozo de cuerda y un palo creó una trampa para conejos, su vida en la tribu y como parte de los Ejecutores le había enseñado a ir siempre preparado para la aventura, algo que en aquellos momentos era un auténtica salvación. Consiguió hacer tres trampas que distribuyó en tres puntos estratégicos. No tuvo que esperar mucho para conseguir que una presa cayera en una de ellas. Era difícil cazar sin cebo, pero había conseguido que al menos una pequeña liebre pereciera en aquel improvisado cepo.

Cogió el animalito muerto y se dirigió hacia donde se encontraban Katen y los niños.

-He conseguido algo.-dijo el joven enseñándole la liebre a su mujer.-Ahora intentaré hacer fuego.-continuó.

Katen asintió y continuó dándole el pecho al pequeño mientras con la otra mano intentaba calmar a Nahoa que no paraba de gimotear debido al frío. Êrhar intentó hacer una hoguera pero el fuerte viento que soplaba hacía que fuese una tarea casi imposible. Tras media hora el joven desistió, tiró la yesca y el pedernal con rabia y frustrado se levantó y comenzó a despellejar a la liebre.

-¿No puedes encenderlo?-preguntó Katen tapándose el pecho ya que el pequeño se había quedado completamente dormido.

-No.-respondió rabioso el joven.

Reyan cogió la yesca y el pedernal que había tirado su padre e intentó en vano encender la hoguera. Êrhar tardó a penas diez minutos en despellejar al animal y hacerlo pequeñas tiras que dar de comer a los pequeños. La carne cruda no era algo a lo que estuvieran acostumbrados pero cortada de lonchas finitas podría ser algo que les gustara. Hizo las reparticiones correspondientes y se las entregó  a sus hijos y a su mujer.

Katen, Reyan y Wehn se comieron sus porciones casi al instante de que el mawka se las entregara. Nahoa observaba su porción con mala cara mientras Imala se metía un pequeño trozo en la boca poniendo cara de asco.

-No me gusta-dijo Nahoa tirando los trozos de carne al suelo para acto seguido echarse a llorar.

-¡Cómetelo!-le riñó Katen. Êrhar rebañaba los restos del animal cuando escuchó a la niña y a su mujer. Alzó la mirada y observó a la niña llorando.

-Katen.-le dijo el joven para que hiciera que la niña se callara.

La joven miró a su marido e hizo un gesto indicándole que no sabía que hacer, acto seguido volvió a dirigirse a la pequeña.-Come y calla, no hagas que me enfade.-

La niña comenzó a llorar más y más haciendo que Êrhar se desesperara, el ejecutor se puso en pie, cogió la carne que la pequeña había rechazado y se la tiró. Los finos trozos de comida cayeron cerca de la niña haciendo que se echara a llorar con más fuerza.-¡Muérete de hambre!-gritó enfadado.

-¡Miwa Êrhar!-le dijo Katen intentando calmarlo.

El progenitor miró enfadado a su mujer y se dio media vuelta empezando a alejarse de ellos.

-¿A dónde vas?-

-A buscar agua.-bramó él. Era cierto que había visto un pequeño arroyo cuando se había subido al árbol en busca de una presa pero lo que verdaderamente intentaba era despejarse y pensar que podía hacer. Llevaban una semana de viaje y aún no conseguía divisar el fuerte del cual le habían hablado en la orden. Resopló y tiró una piedra al río. No encontraba ninguna solución, debía llegar cuanto antes al fuerte y comenzar con sus misiones en el círculo y además tenía que poner a salvo a Katen y los niños. ¿Cómo podía hacer ambas cosas a la vez? Solo podía llegar en apenas unos días al fuerte, él soportaba el frío, el hambre y el cansancio, pero si dejaba a Katen sola con los niños en aquel lugar les supondría una lenta y dolorosa muerte, de frío, hambre o atacados por algún animal salvaje. ¿Pero conseguiría llegar al fuerte o a alguna ciudad o poblado cercano si seguía viajando con los niños? Estaba claro que no, si se quedaba con ellos, si decidía ir con ellos morirían todos, ni siquiera él podría soportar más de tres semanas viviendo a la intemperie.

-¿Êrhar estás bien?-le preguntó Katen a sus espaldas sacándole de sus pensamientos. La joven abrazó a su joven marido y le besó en la nuca. -He conseguido que se calme, sabes que siempre ha sido delicada.-continuó la joven para después volver a besarle la nuca.

-Lo sé.-dijo el joven en un susurro.

-No te enfades con ella-

-No me enfado con ella. Solo estoy preocupado por todos.-

-No tienes porque preocuparte.-dijo la chica poniéndose en frente de él.-Estamos todos bien, si, no tenemos los lujos que teníamos en casa pero estamos juntos, eso es lo que importa.-

Êrhar agachó la cabeza al escuchar aquellas palabras. ¿Cómo podía decirle que si continuaban podía ir poco a poco viendo como sus hijos perecían? Reyan comenzaba a tener la punta de los dedos congeladas debido a la hipotermia, el mayor de sus vástagos hacía alarde de su madurez y había entregado parte de su ropa a sus hermanos pequeños, eso estaba matándolo poco a poco.

-¿Qué ocurre?-preguntó Katen preocupada.

-Nada.-respondió el chico en un susurro.

La chica le agarró la barbilla y le levantó la cabeza para mirarle  los ojos. -¿Qué ocurre Êrhar?-

El mawka cogió aire y lo soltó con fuerza, no iba a ser fácil decirle aquellas palabras.-Vamos a morir todos.-soltó como si las palabras fluyeran sin problemas de su boca, algo que no era totalmente cierto.

Katen negó con la cabeza.-Ni se te ocurra decir eso, podemos superar esta prueba que los dioses nos han puesto.-

-No seas ilusa Katen.-dijo cansino el joven.-¿Has visto las manos de tu hijo mayor? Empieza a tener un principio de congelación.-La joven le miraba a los ojos y seguía moviendo la cabeza diciéndole en silencio que no y a la vez negándose a ver la cruda realidad que estaban viviendo.- ¿Crees que Siux podrá aguantar mucho más? ¿Y Nahoa? Sólo llora y nos pone en peligro.-continuó quejándose.

-¿Y qué podemos hacer?-preguntó preocupada Katen a la vez que las primeras lágrimas de su sufrimiento ante aquella verdad se asomaban reflejando la impotencia que sentía.

Êrhar volvió a agachar la cabeza, no se veía con fuerzas de contarle lo que él creía que era lo mejor para todos. -Tú y yo...-no hizo falta que terminara la frase para que la chica entendiera lo que estaba pensando. Katen rompió a llorar y se dio la vuelta dándole la espalda como si no quisiera que la viera llorar.

-No puedo creer que estés pensando en eso Êrhar.-dijo la chica con la voz entrecortada.

-Podemos tener más hijos.-dijo el mawka casi sin pensar en la dureza de aquellas palabras.

-¡No!-gritó ella volviéndose hacia él.-Ni se te ocurra volver a decir eso.-

-Katen, tú y yo podríamos salir vivos de esto, si continuamos con ellos moriremos todos.-

La muchacha volvió a negar con la cabeza.-¡No Êrhar no!-dijo llorando desconsoladamente.-Somos una familia y permaneceremos juntos.-

El chico cogió a su mujer por los hombros con una delicadeza extrema la besó en la frente aunque ella intentó zafarse de él y después la miró a los ojos.-Nena, no es fácil para mi, no puedo permitirme estar más tiempo sin ayudar al círculo.-

Katen apartó de un empujón a su marido.-¿Te importa más el círculo que tu familia, tu sangre?-

-Me importas tú. Solo te necesito a ti a mi lado.-

-Te quiero Êrhar pero...El joven abrazó a su chica y comenzó a acariciarle el pelo.-...creo que te equivocas.-

-Ojalá hubiese otra solución, a mi me duele igual que a ti pero también me dolerá verlos morir uno a uno y no poder hacer nada para poder evitarlo.-

Katen se enjugó las lágrimas y suspiró de mala gana.-Haz lo que tu quieras, después de todo lo que me has hecho sufrir cada día te amo más.-dicho esto la joven se marchó dejando al mawka a solas nuevamente con sus pensamientos. Êrhar respiró hondo y sacó las cuchillas que guardaba en su cinto. Lo haría rápido y de la forma más indolora posible, si iba a hacer aquel parricidio era simplemente parar ahorrarles un terrible sufrimiento a sus pequeños, los amaba, aquel horrible acto era un gesto de amor. Intentó convencerse a si mismo de aquello, de que estaba haciendo lo correcto, cuando mentalmente estuvo preparado para llevar a cabo el atroz asesinato volvió a donde su familia se encontraba.

Katen abrazaba al pequeño Siux con fuerza como si se negara a dejar que lo matara. Êrhar observó a cada uno de sus hijos, Reyan, el pequeño hombrecito, aún continuaba intentando encender la hoguera como si velar por su madre y hermanos fuese lo primordial para él. Wehni estaba intentando ayudar a Imala a que terminara los trocitos de carne cruda, a la pequeña al parecer le había llegado a gustar aunque le costaba masticarlos. Nahoa se aferraba a Katen mientras apretaba los labios para no echarse a llorar. Katen vio como Êrhar llevaba una de sus cuchillas en la mano, aunque intentaba esconderla poniendo el filo hacia arriba y tapándolo con el antebrazo. Estaba decidido, iba a matarlos para supuestamente salvarlos. Miró  a su marido como si fuese su peor enemigo. Êrhar evitó aquella mirada a toda costa, le dolía, sufría solo de pensar que ella jamás se lo perdonara.

El mawka se apoyó en un árbol y en silencio observó a sus hijos durante unos minutos, quería recordar cada gestos, cada centímetro de sus rostros, cuerpos... no quería jamás olvidarlos. Aquello era su forma de despedirse de ellos aunque Katen no lo veía así. Ella sentía que los estaba acechando como un depredador acechaba a sus presas. Desde que se había marchado con los del círculo había cambiado mucho, ella había visto una faceta de él que jamás quería que hubiese perfeccionado, era un ejecutor, un asesino entrenador para acabar con la vida de cualquiera, incluso con la vida de sus inocentes hijos. Katen dejó al pequeño Siux en el suelo con cuidado, se levantó y cogió a Nahoa del brazo con fuerza para arrastrarla hacia él. La niña comenzó a llorar al sentir la fuerza que su madre ejercía sobre su pequeña extremidad.

-¡Mátala ya!-dijo cogiendo el brazo donde tenía el cuchillo y moviéndolo hasta hacer que el filo quedara en la garganta de la pequeña.-¡Venga hazlo!-

Reyan, Wehn e Imala observaron atónitos a su madre.

-¿Pero qué haces mamá?-le reprochó Reyan tirando los utensilios para hacer fuego y cercándose a ella para hacer que apartara la cuchilla del cuello de la pequeña que lloraba desconsoladamente.

-Os va a matar.-dijo señalando a su marido.-Lo ha decidido y os está acechando como un depredador.-

Reyan abrió los ojos como platos y miró a su padre buscando una respuesta negativa, algo que no obtuvo. El niño dio un par de pasos atrás aterrorizado por que lo que su madre acababa de decir era cierto. ¿Por qué quería matarlos? Sus ojos comenzaron a inundarse de lágrimas.

-Es por vuestro bien. Os salvará de una muerte dolorosa y así él podrá llegar a su destino y continuar con su trabajo para el círculo.-dijo la mujer con sarcasmo.-¡Cuán importante es el círculo!-continuó con más sarcasmo aún.-¡Venga!¡Mátala!-gritó apretando el cuchillo contra el cuello de la pequeña.-Sé valiente y acaba con ella, luego puedes continuar con tu hijo mayor, él seguro que opone algo de resistencia.-

Reyan cayó sobre sus rodillas echándose a llorar, sus hermanas hicieron lo mismo y segundos después el pequeño Siux como si comprendiera el dolor que sentían sus hermanos, se unió al llanto.
Êrhar permanecía en completo silencio apretando con fuerza la cuchilla. ¡Será rápido e indoloro! Se repetía una y otra vez convenciéndose para el atroz acto.

-¿Sabes qué?-dijo Katen soltando a la niña que rápidamente corrió hacia su hermano mayor que la abrazó con ternura.-Mejor mátame a mi primero.-continuó echándose a llorar y poniendo el cuchillo en su cuello.-No soportaría ver como acabas con ellos, no soportaría vivir sin ellos.- Las palabras de Katen fueron puñaladas en el corazón de Êrhar, se lo estaba poniendo muy difícil. Miró  sus hijos, a pesar de llorar desconsoladamente continuaban allí, como si hubieran aceptado la decisión de su padre. Aquello le partió el corazón, ellos demostraban mil veces más amor con ese acto que él acabando con sus vidas para evitarles sufrimiento. Era tan grande el amor y admiración que sentían por él que aceptaban su decisión sin más. Miró a Katen, sus preciosos ojos azules estaban enrojecidos por el llanto, apretaba con fuerza el cuchillo contra su cuello mientras en susurros le suplicaba que la matara a ella primero. ¿Había alguien en toda Kartia que lo amaraba más que su familia que pensaba que su vida valía más que ninguna? Abrió la mano con la que aguantaba el puñal y dejó que éste cayera al suelo. Se encontraba tan mal que ni siquiera se percató del tremendo suspiro que Katen soltó cuando vio que deponía el arma. Apretó los labios y calló sobre sus rodillas para acto seguido abrazar a su mujer por la cintura y echarse a llorar como un niño apretando su rostro contra el vientre de ella, el vientre que había engendrado a sus pequeños, a las personitas que más amaba en el mundo, los que le idolatraban, los que había estado a punto de traicionar. Katen dejó de llorar y acarició la cabeza de su marido.

-Lo siento.-comenzó  a repetir él.

De repente sintió el abrazo de sus hijos incluso sintió las pequeñas manitas de Siux que Reyan había cogido en sus brazos. Sintió el afecto de todos ellos y cuando sintió cerca a la pequeña Nahoa no dudó ni un instante en abrazarla. Se puso de pie y la cogió en sus brazos. -Mi pequeña, preciosa mía.-le dijo besándola repetidas veces. La pequeña parecía haber entendido con una madurez extrema el mal momento por el que su padre había pasado, porque le brindó la mejor de sus sonrisas como si supiera que solo aquello podía hacer feliz a su desolado progenitor.

-Jamás dejaré que os ocurra nada.-dijo el mawka entre lágrimas.-¡Jamás! Si me uní al círculo fue por vosotros.-miró a cada uno de sus hijos y por último a su mujer, el amor de su vida.-Para dejaros un mundo en el que no tuvieseis que ser esclavos.-Con la pequeña en brazos hizo un gesto para que volviesen a abrazarse todos, la familia en seguida lo entendió. -Os quiero...jamás dejaré que os pase nada.-

miércoles, 28 de mayo de 2014

Deidades de Thaindor XX: El confinamiento y retirada de Vaen y Vanda. (Parte I)

Este fragmento va dedicado a mis mejores amigas, Keta y Caty, pero en especial a la segunda, porque hace poco fue su cumpleaños y sé que le gustará este fragmento. ^^ Para ti Nutty.

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Cuentan las leyendas que hace miles de años cuando los Aumos aún no se habían condenado a su eterno exilio, el limbo estaba dividido en campos de flores, distintos campos que tenían distintas flores, cada una de ellas representaba un sentimiento, una sensación, cada una de ellas tenía vida propia. Vanda la aumo del orden las amaba y cuidaba con esmero, cada día les cantaba una canción, les demostraba su amor y las alimentaba con sus lágrimas. Un día el aumo del caos se puso celoso de esas flores a las que se las conocía como Nuttys y decidido destruirlas a todas. Comenzó por el campo de las Nuttys de la alegría, la bondad y la esperanza, acabó con cada una de ellas, las mutiló, aplastó, arrancó hasta que no quedó ninguna viva. Después continuó con el campo del compañerismo, el amor y la fraternidad, repitió la misma operación pero a diferencia de la anterior vez en esta tres pequeñas florecitas consiguieron salvarse, una de cada tipo. El aumo se marchó a destruir el siguiente campo y fue entonces cuando las pequeñas comenzaron a ayudarse para poder sobrevivir. La del amor estaba completamente aplastada, solo su pequeño estambre acabado en corazón permanecía intacto, sus compañeras la animaban para que no desistiera pero la pobre no aguantaría mucho tiempo. A la flor del compañerismo le quedaban solo sus pétalos sanos y salvos, unos pétalos azules como el cielo que Fermio. La pequeña nutty se recostó sobre su compañera del amor y con sus pétalos la cubrió dejando que su estambre acabado en corazón fuese lo único que sobresaliese. La flor de la fraternidad había mantenido intacto su tallo y el pequeño bulbo de color violeta que recubría su filamento, el cual había sido destruido por completo. Imitando a su compañera se recostó y decidió recubrir el filamento del amor, el compañerismo con sus pétalos cubriría el bulbo de la fraternidad y éste a su vez el estambre del amor. Juntas permanecieron durante horas hasta que Vanda se percató de lo que había hecho el dios del caos. Había destruido la mayor parte de los campos, solo los que albergaban nuttys de sentimientos malvados se habían librado de la ira de Vaen. La aumo al ver lo que le había ocurrido a sus campos se echó a llorar desconsoladamente, lloró una a una a todas sus nuttys hasta que llegó a las tres que habían decidido unirse para protegerse. Aquel acto le pareció tierno, admirable y valiente, sus lágrimas fueron más abundantes en aquel instante e inundaron por completo el campo de las tres florecitas, que yacían inertes en aquel instante.

La aumo se enfureció y decidió con Túmonens y el resto de Nenkars que debían acabar con los poderes de Vaen y así lo hicieron. Acabaron con el aumo sumiéndolo en un letargo infinito. Todos los nenkars habían donado algo de su poder para poder acabar con Vaen, esos poderes se quedaron en el Limbo y de ellos nacieron los Yahuns, los árboles de los dioses. Cada uno tenía el suyo, incluso los Banenkars que habían intentado a toda costa evitar el exilio de Vaen, y cada Yahuns poseía el poder del dios que representaba, si era destruido, el dios también lo era. Vanda y Vaen eran los únicos que no poseían un árbol.

Vaen, se quedó atrapado en el limbo, incapaz de despertar por sí solo, pero su poder aún seguía activo, haciendo que los campos de Nuttys que él había perdonado crecieran más y más inundando Kartia de celos, odio, guerras… fue entonces cuando Nuru se coronó como el rey de los Banenkars.

Vanda se sentía desolada, amaba a Vaen a pesar de su naturaleza caótica pero sabía que aquel confinamiento era necesario. Triste y destrozada por haber tenido que traicionar a su amado marchó al campo inundando de sus lágrimas. Estaba completamente seco, desértico, ni siquiera se encontraban allí los cadáveres de las pobres nuttys que Vaen destruyó. Vanda cayó de rodillas ante el suelo arenoso. Agachó la cabeza dispuesta a volver a llorar pero ni siquiera pudo derramar ni una lágrima. Alzó la vista y de repente allí la vio, era la nutty más preciosa de todas, se erguía elegante ante aquel paraje desolado y brillaba ante los rayos del sol ilusorio del limbo.

Vanda se acercó a la flor y le preguntó que sentimientos albergaba en ella. Ésta le respondió que la amistad. La aumo observó a la flor, tenía el estambre de la flor del amor, los pétalos de la flor del compañerismo y el bulbo violeta de la flor de la fraternidad, una sonrisa se dibujó en el rostro de Vanda. Había sobrevivido una de las Nuttys de buenos sentimientos lo que significaba que poco a poco volverían a aflorar en aquellos campos que hoy en día comunican el limbo con el plano caótico, plano donde reside el alma de Vaen.


Así fue como nació la más bonita de las nuttys, la de la amistad, a ésta hoy en día se la conoce como Nuttella, la nutty salvadora, gracias a ella el amor volvió a Kartia, gracias a ella la bondad, los buenos sentimientos, etc. volvieron a nacer en los corazones de la gente. Ahora en el limbo existen muchas nutellas, pero solo una brilla más que las otras, solo una es la reina de los campos de sentimientos, la flor que nació de tres amigas que no quisieron morir separadas.

viernes, 23 de mayo de 2014

Fragmento de La Sangre del Demonio III

La cena transcurrió tranquila, ahora que Lilith había calmado a Drake con los vaticinios de su hermana, podían estar seguros de que la maldición del padre de Sillax no se iba a cumplir.

Grista y Asker observaban a los intrusos con recelo, algo les decía que no habían venido únicamente para disfrutar de la comida de Urmea y anunciar que un nuevo siervo de la muerte se uniría a ellos en pocos meses.

-Estaba todo buenísimo.- dijo Drake dejando los cubiertos encima de la mesa para coger la servilleta y con elegancia limpiarse.

-Muchas gracias.-dijo Urmea.-Sé que para vosotros ésto es solo placer, no necesitáis comer y bueno me alaga muchísimo que os parezca bueno.-

-Señora se equivoca, yo no me alimento de almas ajenas.-dijo Sillax haciendo que todos se echaran a reír.

-Yo tampoco.-aclaró Láska.-Ni mi madre, ni Caindra, ni Cassandra.-

Urmea reía a carcajadas y con ella la joven Beik que observaba fascinada la belleza de Drake, claramente el poder del demonio aún seguía vivo y había sido capaz de cautivar a la joven.

-Bueno...-interrumpió Laisani. -Es hora de que hagamos lo que hemos venido a hacer.-

Todos se pusieron serios, incluida Urmea y Beik. Grista y Asker se pusieron en guardia, habían intentado escapar hacía cinco minutos pero la puerta principal estaba completamente atascada seguramente fruto de algún hechizo de los demonios.

-¿De qué estás hablando cariño?-preguntó Urmea al ver el rostro serio de los siervos de Nuru.

Laisani se levantó y se giró hacia su madre adoptiva y la que antaño fue su compañera.

-Creo que tenemos algo pendiente. ¿Verdad?-

Asker comenzó a temblar y se abrazó por la espalda a su jefa. Grista permanecía implacable, pensaba que los años de manipulación que había ejercido en Laisani podrían conseguir hacer que ésta no la dañara. Pero se equivocaba, Laisani había abierto los ojos ante aquella manipulación, el día en el que su vida se escapó en la soga que anudaba su cuello se había dado cuenta de que ella no significaba nada para Grista, ella era solo una posesión para la tabernera.

Todos los acompañantes de Laisani se pusieron en pie mirando a las dos traidoras. Urmea y Beik, ahora asustadas ante lo que podía ocurrir permanecían sentadas a la mesa observando con atención.

-Tú no eres así Lai.-le dijo Urmea intentando evitar que hiciera algo de lo que se podía arrepentir.

-Nax, wix, mex.-la voz de Sillax retumbó en las cabezas de las traidoras y de las pobres Urmea y Beik. La lengua de los banenkars las hizo tener escalofríos, aquella lengua podía matar a cualquiera. Segundos después de pronunciar la cuenta atrás Sillax chasqueó los dedos y la estancia se cubrió de oscuridad.

Los gritos de las mortales no fueron escuchados por nadie, el plano umbrío las había envuelto haciendo que se ahogaran y no llegaran nunca al plano terrenal. Los ojos de los siervos de Nuru se volvieron de color rojo intenso, aquellas luciérnagas de sangre era lo único que podían ver las pobres mortales que atemorizadas intentaban huir de aquel lugar.

-Cassandra suix niy sesaixx-ordenó Caín.

La joven observó a través de la densa oscuridad del plano de las sombras en busca de la cocinera y la joven novata. Las dos se habían apartado de la mesa donde habían cenado y se habían refugiado en una de las esquinas de la estancia. Estaban acurrucadas y atemorizadas. Cassandra se acercó a ellas lo que hizo que su miedo aumentara.

-Tranquilas... no os va a pasar nada.-les dijo en un tono dulce. La joven vio como el rostro de ambas se relajaba, pero sentía que la desconfianza y el miedo aún en sus corazones. -Esto terminará pronto y no volveréis a vernos más. Ahora confiad en mí y darme la mano.-continuó Cassandra.

Las dos mortales hicieron lo que la chica les pedía sin rechistar y de repente sintieron un hormigueo por el cuerpo, cuando éste cesó la oscuridad para ellas se había disipado, ahora veían a través de ella, pero no se encontraban en la taberna, todo era muy distinto. Ante ellas se encontraba un precioso prado verde lleno de amapolas rojas y doradas. Aquel lugar les trajo paz, aquel lugar no las hacía sentir miedo.

Asker y Grista golpeaban el aire esperando poder alcanzar a algún siervo de Nuru antes de ser alcanzadas ellas.

-No te tengo miedo Lai, ni a ti ni a tu maldito marido.-dijo Grista con tono altivo.

-A ningún miembro de esa a la que llamas tu familia.-apuntó Asker que se encontraba pegada a la pared dando golpes al aire con un cuchillo que había cogido de la barra.

Las dos observaban los ojos aterradores de los intrusos que se movían lentamente por la sala, todos menos los de Sillax, él era el único que no poseía ese poder, sus ojos negros como la noche y su cuerpo oscuro como el onix hacía que pasara desapercibido. Se acercó a Asker por uno de sus lados y la observó. Después creó a sus dobles de sombras, tres concretamete, uno de ellos se acercó a la chica de frente esperando que en alguno de sus movimientos de ataques le rozara con el cuchillo e hiciera que se percatara de su presencia. Así ocurrió Asker golpeó con el cuchillo la sombra de Sillax y presa del pánico se giró hacia su derecha dispuesta a correr. Sillax la atrapó cuando ésta se chocó con él y una de sus sombras le arrebató el cuchillo.

-¡Buh!-le dijo el umbreo haciendo que la chica gritara y comenzara a llorar desconsoladamente.

Caín y Drake se encargaron de coger a Grista. La magia del rey hizo que no fuese difícil atrapar a la mujer, conjuró un hechizo que la paralizó por completo, lo que hizo que el demonio pudiera capturarla sin problema.

Una vez que tenían a ambas traidoras Sillax ordenó a Láska que hiciera desaparecer la oscuridad. La joven daimon no llegaba a controlar sus poderes como umbreo y únicamente era capaz de absorber la oscuridad, lo que había hecho que todos los umbreos la temieran y la consideraran como una deidad. La joven absorbió la oscuridad de su amado e hizo que la estancia volviera a estar iluminada como antes. En la esquina Cassandra continuaba proyectando buenos recuerdos a las dos inocentes, ellas no tenían porque vivir todo aquello.

-Sillax, te necesitaré.-dijo Caín haciendo que el joven umbreo se acercara a él.

-Lo que mande majestad.-

-Cógeme de la mano.-ordenó el rey. El umbreo hizo lo que se le ordenó. Caín acto seguido agarró a Laisani. Láska supo en seguida lo que Caín intentaba y se enfureció al ver como la dejaba al margen. Ella al igual que su madre y Sillax no podía viajar más que a dos planos, el umbrío y el anímico, los dos que pertenecían a Lilith y Caín respectivamente. Caindra, Drake, Caín y la dama de la noche podían viajar a su antojo entre planos. De repente vio la membrana que los separaba y resopló enfadada.

-¿Por qué me dejáis fuera?-gritó.

Caín acababa de soltar la mano de Sillax y la de Laisani a los que había arrastrado con él fuera del plano terrenal.

-Es peligroso para el bebé.-respondió tajante el rey de la noche.

Láska volvió a resoplar más enfadada aún y se sentó en una silla a observar, era lo único que podía hacer.

-¿Con quién quieres empezar?-preguntó Drake a su amada segundos antes de acercarse a ella y besarle la cabeza con dulzura.-Tú eres la que manda.-continuó tras el beso.

-Asker.-dijo Laisani sin dudar un instante.

La joven al escuchar su nombre se puso histérica. Pataleaba con fuerza intentando librarse del umbreo pero ni él ni sus clones de sombran tenían intenciones de soltarla. -Tú dirás.-dijo el umbreo, que acto seguido se giró hacia a su amada que se encontraba con los brazos en cruz y sería sentada en una silla en el plano terrenal.

-Sujétala quiero hablar con ella.-dijo Laisani.

Sillax hizo que una de sus sombras cogiera a la joven de los brazos y poniéndoselos a la espalda la sujetara. Él se apartó y dejó que la madre de su amada se hiciera con el control de la situación.

-¡Déjala zorra!-gritó Grista.

-Uhhh pero que lengua más sucia.-dijo Caindra al escuchar el insulto de la mujer hacia Lai. -Creo que va a haber que lavar esa boca con jabón.- continuó. Se acercó a la mujer que la retenía Drake y la observó pensativa.-Creo que mejor ácido.-dicho esto abrió la boca de la tabernera y conjuró ácido para introducirlo en su boca. La mujer comenzó a gritar de dolor haciendo que el ácido corroyera toda su boca.

Laisani observó la escena y después volvió a girarse para prestar atención a Asker, ahora Grista ya no podía molestar.

-Desde el primer día que llegaste aquí, yo intenté ser tu amiga, te cuidé cuando estaban mal, te ayudé en tus momentos más difíciles...-Laisani comenzó a andar de un lado a otro sin dejar de clavar la mirada en Asker.-Incluso te cubrí muchas veces para que Grista no te regañara. ¿Y qué hiciste tú?-

Asker se movía enérgicamente esperando poder zafarse de la sombra que la retenía pero era imposible, los sux de Sillax eran tan poderosos como él y mucho más comparando con la poca fuerza de la mortal.

-¡Me mandaste a una muerte segura!-gritó Laisani.-Cuando Arthur llegó aquí en busca de una victima y Grista te eligió la convenciste para que me escogiera a mí, para que fuera yo el sacrificio humano.-la voz de Laisani sonaba más aguda que nunca, estaba furiosa, llevaba mucha rabia acumulada y la estaba soltando en aquel momento. Se acercó a Asker y le propinó una bofetada.-¡Me mataste! ¡Las dos lo hicisteis!.-dijo girándose hacia Grista que se encontraba en muy mal estado tras el ácido de Caindra.-Pero...-dijo volviéndose hacia Asker.-Es algo de lo que debo estar agradecida, gracias a vuestra falta de escrúpulos, a lo mal que os portasteis conmigo, Arthur se enamoró de mi.-

Laisani se refería a Drake como Arthur, su nombre humano. Algo que tanto Asker como Grista interpretaron como un gesto de la chica por humanizar a su demoníaco marido. Aquello no hacía más que molestarlas.

-¿Qué podíamos hacer Laisani? ¿Quién debía morir? ¿Yo?-replicó Asker.

-¡NO!-gritó enfurecida Lai.-Nadie, Grista no tenía poder sobre nuestras vidas, eso debía decidirlo el demonio.-continuó la chica.-Él es el que debía haber elegido quien moría, él debía haber sido el que arrebatara la vida de una inocente, está en su naturaleza hacerlo, él tiene la decisión en sus manos.-

Asker escuchó aquellas palabras y comprendió lo que Laisani decía. Hubiese sido tan simple como dejar que el demonio escogiera su victima y así no haber mandando a ninguna chica a una muerte segura. Asker se echó a llorar.

-Tienes razón Laisani.-dijo convencida la muchacha.

-¡Claro que la tengo!-dijo Lai entre risas.-¿Pero sabes qué es lo más gracioso de todo esto?-

Asker negó con la cabeza.

-Qué me enamoré y me quedé embarazada de un demonio después de que vosotras me entregarais a él.-Laisani respiró hondo y continuó hablando.-Y podríais haber remendado vuestra mala actuación para conmigo pero no, vosotras teníais que rematarme, que acabar conmigo para siempre...- Se acercó a Asker y la agarró por el cuello apretándolo con fuerza.-¡Me condenasteis otra vez a morir! Una segunda vez. ¿Por qué os molestaba tanto?-

Asker mientras se ahogaba a causa de la presión que Laisani causaba en su garganta recordó el instante en el que ella había subido a declarar al cadalso. Cerró los ojos y las lágrimas surcaron su rostros cayendo al suelo. Imploraba perdón, imploraba un indulto. Laisani la soltó haciendo que pudiera volver a respirar.

-Es toda tuya Sillax.-

El umbreo sonrió pícaramente y cogió a Asker de su brazo izquierdo, el sux que había estado aguantando a la joven durante toda la conversación con Laisani la agarró del brazo derecho y dos sux más que Sillax había hecho parecer la agarraron cada uno de una pierna. Acto seguido las cuatro almas de Sillax comenzaron a tirar de la joven con toda su fuerza mientras ésta gritaba desgarrándose la garganta debido al dolor que estaba sufriendo. Sillax y sus sux tiraron con más fuerza mientras todos observaban aquella tortura, de repente el cuerpo de la joven cedió y sus extremidades se desgarraron haciendo que su torso cayera al suelo , mutilado y derramando sangre a borbotones. Asker continuaba viva gritando como una loca al verse mutilada y sobretodo por el dolor insoportable que le causaba aquel desmembramiento.  Sillax y sus sombras tiraron las extremidades encima del cuerpo mutilado de esta lo que hizo que sus gritos se intensificaran.

-Caindra haz el favor de callarla.-dijo Laisani segundo antes de dirigirse hacia Grista.-Es tu turno.-

Laisani se acercó a Drake mientras Caindra callaba a Asker quemándole la boca con ácido como había hecho con Grista. La madre adoptiva de Laisani profería gemidos y gruñidos que la chica reconoció como insultos.

-No te callas ni con la lengua achicharrada por el ácido.-dijo Laisani en tono burlón.-¿Has visto lo que le ha ocurrido a tu amada Asker?.-

Grista miró de reojo a la pobre joven que se estaba desangrando mientras el umbreo y Caindra jugueteaban de forma macabra con sus extremidades.

-Tranquila, a ti no te voy a hacer esto...-dijo sonriendo.-¿Sabes que es la distorsión de viaje?-

Grista comenzó a respirar con fuerza, sabía lo que aquello significaba y sabía lo que le ocurría al alma de los que sufrían aquel destino. La mujer comenzó a moverse para escapar de los brazos de Drake.

-Veo que sí lo sabes.-dijo Laisani.-¿Te acuerdas de cuando el conde quiso hacer conmigo sus experimentos?.-Grista continuaba moviéndose con energía pero Laisani la agarró con fuerza de la barbilla y volvió a formularle la pregunta.-¿Te acuerdas si o no?.-Grista asintió.-Tú pusiste precio a mi sufrimiento e incluso a mi propia vida.- Laisani se giró hacia Sillax que había dejado de jugar con los pedazos de Asker y la miraba atentamente desde que había pronunciado las palabras "distorsión de viaje".-Él también quiere hacer un experimento contigo y yo he puesto precio a tu vida como tú hiciste con la mía.-Laisani hizo un gesto a Sillax y éste asintió. Drake se apartó soltando a Grista, la mujer sintió como el demonio la soltaba y por unos instantes saboreó la libertad, pero cuando intentó moverse observó que bajo sus pies se había creado un portal de sombras y unas manos la agarraban por los pies, en seguida supo que era uno de los sux de Sillax. El sux la atrajo hacia abajo haciendo que sus pies desaparecieran en aquella oscuridad, de repente Sillax hizo un movimiento con su mano y el portal se cerró apuntándole los pies a Grista.

-¡Esto es la distorsión!-dijo Laisani eufórica. Drake sonrió al ver la maldad que acumulaba su mujer y no pudo evitar sentirse excitado. Se acercó a ella y la besó enérgicamente entrelazando sus lenguas. Caín sonrió al ver a su hermano en aquella situación, sabía lo que escondía aquella pasión y se alegraba por ello.

Sillax continuó haciendo la misma operación hasta que llegó a la cintura de la mujer que profería gruñidos de dolor. El umbreo miró a su amada, la parte demoníaca que habitaba en ella se sentía tremendamente excitada, el dolor, la tortura,la sangre y la violencia eran atenuantes de la excitación de un demonio. Sillax no lo dudó un instante y se concentró para hacer aparecer un sux al lado de su amada, ésta al verlo se abalanzó sobre él para besarle igual que su padre había hecho con su madre.

Laisani consiguió calmar las ansias de pasión de Drake para continuar con su venganza personal. -¿Puedes continuar?.-le preguntó a Grista que estaba totalmente pálida.-¿No es tan fácil cuando es tu vida la que está en juego verdad?- continuó la chica para después hacerle un gesto a Caín. El rey se acercó a la dolorida Grista y le puso sus manos en la cabeza para hacerle ver todos los recuerdos malos que Laisani tenía, todo lo que ella le había hecho sufrir. Grista comenzó a sentir miedo, un miedo terrible, era la primera vez que Laisani la veía, sus padres la habían vendido. Comenzaron a sucederse un montón de recuerdos dolorosos de la chica, el día que con seis años trajo unos gatitos abandonados y Grista la obligó a matarlos tras haberle pegado una paliza tremenda por el simple hecho de no querer mascotas en casa, el día en el que tuvo que acostarse por primera vez con un cliente, las miles de palizas porque no hacía las tareas que se le mandaban... Grista comenzó a llorar. Se había comportado fatal con aquella pobre niña, pero la vida era dura y ella siempre había intentado hacerla fuerte para que pudiera afrontarla.

-No me arrepiento de nada.-dijo Grista.-Te he querido lo mejor que he podido.-

Laisani abrió los ojos sorprendida. ¿Cómo era capaz de decir que la quería? Resopló enfadada y vio como todos sorprendidos la miraban expectantes, incluida Láska que había dejado de darse el lote con el sux de su chico.

-Acaba con ella Sillax.-dijo Laisani reprimiendo las lágrimas.

El sux del umbreo volvió a agarrar a la mujer de la cintura y tiró de ella hasta que Sillax cerró el portal, Grista cayó sin vida ante ese último corte pero aún así el umbreo continuó repitiendo aquella operación hasta acabar con ella. Después el portal desapareció apareciendo del techo de la taberna de donde comenzaron a caer los pedazos de la tabernera. Laisani suspiró y se abrazó a Drake, acto seguido todos desaparecieron, en la taberna solo quedaron las cuatro mortales.

Asker se levantó del suelo y comprobó que estaba de una pieza. Estaba pálida y atemorizada. Grista hizo lo mismo y al ver que estaba bien comprobó que su empleada también lo estuviera.

-¡Estáis bien!-gritó Urmea.

Las dos torturadas miraron a la cocinera atónitas, aún no podía creer lo que habían vivido, ni siquiera podían creerse que estaban vivas. Urmea y la novata se acercaron a sus compañeras y las tranquilizaron.

-Tranquilas, estáis bien. Laisani no es como vosotras, ella es buena persona.-dijo Urmea haciendo que las dos torturadas rompieran a llorar.

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Caín observó el colgante del grifo que había arrebatado a Fris, el Arcanista. Era extraño y algo le indicaba que guardaba un gran poder. La gema de color roja que abrazaba la montura de plata en forma de grifo brillaba de una forma extraña. El rey observaba aquella joya con recelo. ¿Qué escondes?

-Papá.-Cassandra entró en el despacho de la torre llevando en sus brazos al pequeño Ájax.

-Dime preciosa.-dijo Caín girándose hacia su hija llevando el colgante en la mano.

-¿Aún estás con ese collar?-preguntó la muchacha.

-Siento que guarda algún secreto que aún no he desvelado.-

-Papá, es un simple collar de un mago ostentoso.-

Caín miró la palma de su mano donde se encontraba aquella joya.

-Mío, mío.-dijo el pequeño Ájax adelantando sus bracitos para coger el colgante.

-Eso no es tuyo cariño.-dijo Cassandra apartando al pequeño.

Caín cerró la mano haciendo que el colgante ya no quedara a la vista del pequeño que se echó a llorar encaprichado.

-No es para ti.- dijo Caín tajante.

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Áyax entró en la habitación de la torre del ala oeste del castillo. Observó la instancia mientras movía con energía la bolsa que llevaba en su mano derecha.

-Tío, ya he llegado.-dijo el joven dejando la bolsa en una de las mesas pegando un fuerte golpe. Caín apareció por la puerta de la derecha que llevaba al telescopio.

-¿La has traído?-dijo el rey mientras se limpiaba las manos con un trapo de seda.

-Sí, no me costó encontrarle.-dijo el joven.

Caín se acercó a la mesa y abrió la bolsa que el chico había dejado, de ella sacó la cabeza del traidor.

-Perfecto, nunca pensé que fueses tan buen cazarecompensas.- dijo Caín haciendo que el joven sonriera contento de que su rey le brindara aquellas palabras. -Pero tienes que espabilar porque Céfir te está pisando los talones.-

Ájax pensó en su tío y como si éste supiera que lo habían nombrado apareció por la puerta.

-Aquí traigo mi parte.-dijo el joven dejando sobre la mesa tres bolsas.

-Perfecto.-dijo Caín al observar que el contenido de cada una de las bolsas era el adecuado. Céfir miró a su sobrino y le guiñó un ojo en un gesto cómplice. Ájax amaba a su tío, era su mejor amigo y una de las personas más importantes en su vida, pero ambos eran muy competitivos y les encantaba hacer disputas para saber quien era el mejor de los dos. Su rivalidad era sana aunque en algunas ocasiones había hecho que llegaran a las manos.

-Aquí tienes tu recompensa Céfir.-le dijo Caín sacando una bolsita de terciopelo azul y tendiéndosela al joven daimon.-Y aquí tienes la tuya Ájax.-dijo tendiéndole al umbreo otra bolsa pero ésta de color rojo.

Céfir cogió su recompensa, lo abrió y sacó el papelito que había dentro de él que le indicaba su próxima victima, segundos después de leer el nombre de quien debía matar se despidió y salió de la estancia.

-Tío Caín.-dijo Ájax en tono débil. Caín se giró hacia él e hizo un gesto para que continuara hablando.-Me gustaría pedirte otra recompensa.-

El rey de la noche miró extrañado al muchacho.-¿Otra? ¿No te bastan los diez dragones de oro?-

Ájax negó con la cabeza.-No, no es eso. Sólo que llevo desde pequeño deseando algo que tienes aquí.-

Caín arqueó una ceja mientras se preguntaba a si mismo a que debía referirse. -Los libros arcanos te los entregaré cuando perfecciones el uso de tu magia.-inquirió Cain pensando que se refería a aquellos tomos antiguos y prohibidos en cualquier escuela de magia.

-No, no son los tomos arcanos.-dijo el joven.-¿Recuerdas el colgante del grifo?-

Caín se echó a reír al recordar aquel colgante. -Lo he estudiado durante años y no he conseguido descifrar lo que esconde, si es que oculta algo.-se dirigió a una de las mesas repletas de pergaminos y de un cajón saco una bolsa de color negro.-Puedes quedártelo, sinceramente no creo que tenga ningún valor más que el que pueda darte algún joyero.-

-No quiero venderlo.-dijo el chico.

-Has estado obsesionado con ese colgante desde pequeño, si llego a saber que era tan importante para ti te lo hubiese dado antes.- Caín le tendió el collar al joven.

-Gracias tío Caín.-

-Ahora márchate en busca de tu victima si no quieres que Céfir te lleve ventaja. Dichas estas palabras el chico se despidió y se marchó de la torre. Había soñado durante años con aquella joya, con el colgante del grifo, sabía que era importante y sabía como debía activarlo, un poco de sangre en la oscuridad de la noche y su poder se desataría. Abrió la bolsita de la recompensa y miró el nombre de su victima, la activación del collar debía esperar, ahora tenía que encontrar a aquel desgraciado antes de que Céfir hiciera lo propio con el suyo.


miércoles, 21 de mayo de 2014

Fragmento La Sangre del Demonio Parte II

Grista entró en su despacho para contar el dinero que habían recaudado las chicas en aquella noche.

La joven Beik se encontraba recogiendo los últimos vasos y platos que quedaban en la barra para llevarlos a la cocina cuando la puerta de la taberna se abrió. La chica que quedó paralizada con la bandeja de plata en sus manos.

-No...-

-Buenas noches.-

La joven no sabía bien como debía actuar, llevaba a penas una semana allí y no sabía si aquellos clientes eran importantes, si debía echarlos, o cual fuese la reacción que debía tener para contentar a su jefa.

-¡Está cerrado ya!-dijo la joven viendo como seis preciosas mujeres acompañadas de tres hombres apuestos entraban.

-¿Está Grista?-preguntó la mujer castaña que había sido la primera en entrar.

-Está ocupada.-le respondio Beik.

-Dile que salga, Laisani la está esperando.-

La joven abrió la boca sorprendida, había escuchado hablar sobre Laisani la hija adoptiva de Grista que había sido condenada a la horca hacía unos años. Sin saber si estaba ante la verdadera Laisani la chica corrió en busca de su jefa pero cuando llegó al pasillo de las habitaciones se topó con Asker.

-¡Mira por dónde vas imbécil!-le gritó la chica furiosa al haberse chocado con ella. Antes de que la joven Beik pudiera decir nada, Asker se percató de lo nerviosa que estaba. -¿Qué te ocurre?-

-Ha entrado un grupo y... -la chica estaba nerviosa no sabía si por el hecho de tener un fantasma en la taberna o por que fueran a regañarle por haber dejado entrar a aquellos extraños que se encontraban acomodados en una mesa, como si esperaran ser atendidos.

-¿Ladrones?.-preguntó Asker asustada.

La joven negó con la cabeza.-¡Laisani!-gritó haciendo que Asker se quedara totalmente atónita.

-¿Qué?-

-Laisani está aquí...-

Antes de que la joven terminara su frase Asker comenzó a andar hacía el salón de la taberna. Su sorpresa fue mayúscula, allí estaba Laisani y su amado el Demonio Blanco junto a lo que parecían más demonios. Asker se escondió rápidamente esperando que ninguno de los de la mesa la hubiera visto. Su corazón parecía querer salir de su pecho, estaba aterrorizada. ¿Qué querían? ¿A qué habían venido allí? Rápidamente y sin dar explicaciones a la nueva corrió hacia el despacho de Grista.

Urmea se encontraba recogiendo la cocina cuando escuchó fuera de ella a gente hablando. La mujer puso los brazos en garra y frunció el ceño para salir furiosa de su lugar de trabajo hacia la barra.

-¡La cocina está cerrada!-gritó antes de percatarse de la presencia de Laisani.

-¿Te quedan natillas tía Urm?-

El ceño de la mujer se relajó y sus ojos comenzaron a brillar de forma intensa. -¡Pequeña!-gritó la mujer para ir corriendo hacia donde se encontraba Laisani. Las dos se abrazaron con fuerza mientras a la pobre anciana se le caían las lágrimas.

-Sabía que la traerías con nosotros otra vez.-dijo la mujer al despegarse de su querida niña y tocándole el pelo a Drake al que le dirigía aquella frase.

-Verdaderamente ella es quien nos ha salvado a ambos.-

Urmea miró a la joven muchacha de pelo rubio platino que se acaba de levantar de su silla. No hizo falta que nadie le explicara quien era, su sonrisa igual a la de Laisani y los ojos de hielo del padre, hicieron que la mujer reconociera en seguida de quien se trataba y comenzara a llorar con más fuerza.

-¡Eres preciosa!-dijo acariciando el rostro de Láska.

-Muchas gracias.-respondió sonriente Láska. -Mi madre me ha hablado mucho de tus buenísimas natillas.-

-¿Quieres unas preciosa? Han sobrado muchísimas.- preguntó la mujer sin dejar de acariciar a la chica en el rostro, como si no pudiera creer que su belleza fuese real.

-Me encantaría.-respondió la daimon.

-Os traeré cena a todos.-dijo la mujer.

-¡Espera tía Urm!-dijo Laisani antes de que la mujer se marchara para traerles algo de cenar. -Quería presentarte a mi familia.-

Urmea se secó las lágrimas y sonrió.-Conozco a algunos de los presentes.-dijo mirando a Caín y a Lilith.- Señora.-dijo haciendo una reverencia mientras miraba a la Dama de la noche.-Majestad.-continuó haciendo otra reverencia pero está vez refiriéndose a Caín.-Siento haber sido tan mal educada pero el corazón mandaba en mí.-

Caín alzó una mano y negó con la cabeza indicándole que no tenía importancia.

Laisani se apoyó en el hombro de Urmea.-Bueno, veo que conoces a mi cuñado Caín, el rey de los vampiros, de las criaturas de la noche e hijo de la muerte.- Cain sonrió con su preciosa sonrisa enseñando sus enormes colmillos.-Y a mi suegra, Lilith, la preciosa Dama de la Noche.-Lilith miró a Laisani y Urmea con su preciosa mirada felina y segundos después sonrió amablemente.-Ella es mi cuñada Itzel, la Reina de los Licántropos y la mujer de Caín.-presentó la joven. Itzel se levantó e hizo una reverencia.-Encantada de conocerla.-dijo la mujer del rey.- Ella es mi sobrina, la preciosa Cassandra, hija de Caín e Itzel.- La joven sonrió y alzando la mano saludó a Urmea que escuchaba atentamente a su pequeña protegida. -Ella es Caindra, mi cuñada conocida como la hija de la muerte.-Caindra saludó amablemente.- Ya conoces a mi marido, Drake y a mi hija Láska, él es su novio Sillax.-dijo señalando por último al úmbreo.

-¿Eres un úmbreo?-preguntó Urmea al joven.

-Así es señora.-respondió amablemente.

-Las leyendas contaban que eráis albinos, ya que la oscuridad está en vuestro interior, pero jamás pensé que era cierto.-

Sillax sonrió y asintió.-Pues son ciertas esas leyendas.-

-¿Y también es cierto que puedes usar tu sombra?-preguntó curiosa la mujer.

Sillax sonrió y de repente su sombra se separó de él para acercarse a Urmea, cogerle la mano y besársela. La mujer se asustó un poco pero al ver el bonito gesto del muchacho sonrió contenta.-¡Impresionante!-exclamó. Dicho esto la mujer se disculpó de los presentes para ir a en busca de la cena, no tenía pensado preparar nada, pero ya que tenían invitados especiales se pondría manos a la obra para hacer una tarta de arándanos, no todos los días un cocinero tenía a una semidiosa y un rey para comer en su mesa.

Asker tocó con vehemencia a la puerta de Grista pero antes de que ésta le diera permiso para entrar abrió la puerta.

-Señora, Laisania está aquí y ha venido con más demonios.-gritó la muchacha aterrorizada.

-¿Qué?-preguntó escéptica la mujer.

-Lo que oye, Laisani ha vuelto de entre los muertos. ¡Viene a matarnos!-

La mujer se levantó lentamente con la mirada perdida. Si aquello era cierto, si Laisani había vuelto de entre los muertos, está claro que había venido a buscarlas para vengarse. La mujer se quedó pensativa mientras escuchaba a la joven Asker sollozar.

-Yo la distraeré y tú mientras ves a por los guardias.-

-¿Los guardias señora? ¡Son demonios! ¡Siervos de Nuru! Ningún guardia podrá acabar con ellos.

-Ponte tranquila y haz lo que te pido.

Urmea había llamado a Beik para que la ayudara a servir los platos. La joven que había escuchado toda la conversación de la cocinera con Laisani estaba aterrorizada de acercarse a los siervos de Nuru.

-¿Eres nueva aquí?-le preguntó Laisani.

La chica asintió.

-No dejes que nadie te humille tu vales más de lo que Grista pueda hacerte creer.-

La chica sonrió ante las palabras de Laisani, fuese un demonio o no, la había hecho sentir bien, en los pocos días que llevaba allí Grista y Asker se habían encargado de bajarle la autoestima hasta límites insospechables, algo que comenzaba a hacer estragos en ella. Aquellas palabras eran un empujón de autoestima.

-Me recuerdas mucho a mí.-continuó Laisani observando a la muchacha, tenia media melena morena y los ojos verdes, su rostro reflejaba el dolor que Grista hacía sufrir a sus primerizas tal y como ella había sentido durante muchos años.

-¡Deja a mi chica!-gritó Grista.-Aquí no sois bienvenidos.

Laisani escuchó la voz de la que fue antaño su madre adoptiva y se giró lentamente para observarla. -Grista, yo también me alegro de verte.-dijo irónicamente la muchacha.

-¡Lárgate de aquí Laisani!-gritó la mujer.

-Solo quería presentarte a mi hija y a la familia de mi marido.-dijo Lai fingiendo estar molesta.

-He dicho que os marchéis.-gritó la mujer.

Justo después de pronunciar esas palabras Asker pasó por detrás de su jefa intentando huir hacia la puerta de salida.

-¡Asker! ¡Quería amiga!-

La joven se quedó paralizada unos instantes al escuchar las palabras de Lai y segundos después echó a correr hacia la puerta. Caín chasqueó los dedos y justo delante de la puerta apareció Caindra cortándole el paso a la joven atemorizada.

-No vas a ningún sitio.-dijo Caindra con una voz dulce pero que hizo que la muchacha se estremeciera.

-Solo queremos cenar en familia.-dijo Laisani.

-Grista no seas malaje, la chiquilla ha venido a visitarnos y a presentarnos a su familia, sé un poco amable.-dijo Urmea que traía el último plato de comida.-Estoy haciendo tarta de arándanos, espero que os guste.-

-¡Es mi favorita!-dijo Láska sorprendiendo a Urmea.

-Me alegro preciosa.-

-¡Urmea!-gritó Grista.-No van a quedarse a cenar.-

Urmea se giró hacia su jefa.-Cenarán y se marcharan.-dijo autoritariamente.

Grista y Asker refunfuñaron y se alejaron de la mesa donde estaban los intrusos. Ambas se refugiaron tras la barra a esperar a que terminaran y como Urmea había dicho se marcharan. La cocinera y la joven novata se habían sentado a cenar junto al grupo de siervos de Nuru, algo que había molestado a Grista y Asker.

-¿Cuándo nos vas a contar tu gran secreto Láska?-dijo Lilith.

Láska se encontraba comiendo un trozo de la tarta de arándanos que Urmea había hecho. Tragó la comida y sonrió nerviosa, percatándose de que todo el mundo excepto Sillax, su cómplice, la miraba con expectación.

-Tal vez no sea el momento.-dijo Láska.

-Es el momento.-dijo Drake ansioso por saber que era lo que su hija quería comentarles.

-¿Os vais a casar?-preguntó curiosa Urmea.

Láska y Sillax negaron a la vez moviendo la cabeza enérgicamente de un lado al otro.

-¡Oh Dioses!-dijo Cassandra, llevándose las manos a la boca debido a la sorpresa. La joven ya había adivinado lo que ocurría entre Sillax y Láska y justo cuando ella hizo aquella exclamación todos los presentes cayeron en la cuenta.

-¡Estás embarazada!-gritó Laisani sorprendida.

Láska y Sillax se miraron sonrientes dando por afirmativa la exclamación de Lai. El Umbreo cogió la mano de su amada y ésta la llevo a su vientre donde el pequeño bebé comenzaba a crecer.

-¡No me lo puedo creer!-gritó Laisani abrazando a su hija. Urmea se echó a llorar nuevamente y se acercó a la joven Láska para darle la enhorabuena y acariciarle la tripita en un gesto cariñoso.-¿Pero qué edad tienes preciosa?- preguntó Urmea.

-Dieciséis años, unos pocos menos que él.-respondió Láska riendo de que Sillax era más de cien años mayor que ella.

-¡Eres una cría aún!-

Todos estaban eufóricos debido a la alegría de aquella noticia, todos excepto Drake que miraba serio a Sillax permaneciendo en total silencio. -Lo siento señor.-dijo Sillax al percatarse de que Drake lo miraba con cara de pocos amigos.

-¡Alégrate hombre!-le dijo Caín intentando calmar al que consideraba su hermano.-Sillax es el mejor úmbreo que jamás conocerás. Tú nieto será muy poderoso.-

Sillax agachó la cabeza, sabía porque Drake estaba así con él y en parte podía comprender su enfado.

-Sabías lo de la maldición.-gritó furioso Drake levantándose y golpeando la mesa con fuerza.

-Drake, la maldición no existe, Sillax es el hijo de Ájax y siempre ha sido un buen siervo de mi padre.- dijo Caín intentando calmar al íncubo.

-¿Qué maldición?-preguntó sorprendida Láska.

-Su padre intentó acabar con Nuru, él era el dueño de la Dama Blanca, mató a cientos de demonios hasta que Nuru hizo que yo acabara con su vida.-Sillax seguía con la cabeza gacha sin querer mirar a su suegro que parecía más cabreado que nunca. El pelo de Drake se había oscurecido como la noche, las garras y colmillos ya habían aparecido y sus ojos se habían vuelto rojos como la sangre.-La maldición que Ájax dejó sobre su descendencia auguraba la muerte de Nuru y la destrucción del mundo entero.-

Todos escucharon las palabras de Drake. Láska se quedó atónita, después se giró hacia su amado.-¿Por qué no me habías contado eso?-

-Lo siento...-dijo Sillax.

El silencio se apoderó de la estancia. Grista y Asker miraban al grupo más asustadas que nunca, delante de ellas podía estar la criatura que traería la destrucción del mundo. Ni siquiera un demonio la quería. ¿Por qué iban a hacerlo ellas?

-Pensabais llamarle Ájax ¿Verdad?-dijo Lilith rompiendo el incomodo silencio.

Láska asintió de mala gana.

-Mi hermana ha dicho que esa criatura debe nacer, le augura un futuro oscuro pero su nacimiento es primordial para Kartia, para Thaindor al completo.-

Escuchadas las palabras de Lilith, Drake se calmó.-¿Cambiará Kartia?-preguntó el demonio.

-Él ayudará a salvarla.-respondió Lilith.

La sonrisa que se dibujó en Drake era de satisfacción, su nieto sería importante y eso era lo que le importaba.