Y el grupo de héroes se encontraba allí rodeado de
aquellos monstruos. Êrhar miró a sus compañeros y después fijo la mirada en
aquellas criaturas infernales. No había ninguna otra salida, solo podían
luchar. Cogió su nekwar con fuerza y
echó a correr dispuesto a acabar con todos ellos, no tenía nada que perder pero
no pensaba quedarse de brazos cruzados, sabía que Katen no querría eso. Sintió
como la adrenalina y la melancolía le subía desde los pies a la cabeza y que su
corazón empezaba a latir rápidamente. Hacía tiempo que no sentía aquella
sensación. Llevaba muchos años sin luchar pero llevaba mucho más tiempo sin
sentir compañía. Escuchó las voces de Breden y Laen instando a los demás a seguir los pasos
del Mawka y no pudo evitar sonreír, todo volvía a ser como en aquella época, en
que él era Ejecutor del Círculo de los Esclavos , todos le seguían, volvía a
luchar , volvía a sentirse vivo, y fue en ese instante cuando se dio cuenta de
que había traicionado a Katen, había descuidado a sus hijos, se había apartado
del Círculo, había olvidado que y quien habían hecho que él fuera como era.
Sintió como la ira se apoderaba de él y la descargó en el primero de los
zombies que se le acercó. De un único golpe con su nekwar le arrancó la cabeza que rodó hacia un
lado haciendo que Breden que se encontraba junto a él tuviera que esquivarla de un salto para poder
matar a tres monstruos después. Sintió más y más ira, todo lo que había hecho
en su vida había sido para hacer feliz a Katen y cuando sus hijos nacieron para
hacerlos felices a ellos también. Recordó a su pequeña Wenhtara, siempre había
sido su niña favorita, una auténtica niña de papá, la amaba por encima de todas
las cosas desde el día que nació y llevaba años sin verla.
Un segundo grupo de muertos se acercó a él y a Breden, éste miró a Êrhar y le indicó que fuera hacía el siguiente grupo, ése era para él. El mawka asintió y se dirigió hacia la próxima compañía de cadáveres andantes sin dejar de pensar que todos esos años había sido tan egoísta como la primera vez que abandonó a Katen. Solo quería volver a ver a sus hijos y especialmente volver a ver a su pequeña Wenhi, pero mientras clavaba su nekwar en el pecho del último de los zombies sintió que ya era tarde y jamás volvería a verles.
Un segundo grupo de muertos se acercó a él y a Breden, éste miró a Êrhar y le indicó que fuera hacía el siguiente grupo, ése era para él. El mawka asintió y se dirigió hacia la próxima compañía de cadáveres andantes sin dejar de pensar que todos esos años había sido tan egoísta como la primera vez que abandonó a Katen. Solo quería volver a ver a sus hijos y especialmente volver a ver a su pequeña Wenhi, pero mientras clavaba su nekwar en el pecho del último de los zombies sintió que ya era tarde y jamás volvería a verles.
Éter y Sangre: La muerte de los Dioses by Lidia Rodríguez Garrocho is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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