viernes, 18 de enero de 2013

¡Misterio número dos!


El primero en llegar fue el caballo rojo con su radiante jinete, un jinete fuerte, sediento de batalla, La Guerra había llegado para arrasar con todo lo que a su paso se encontraba. Alzó su espada y su hacha , una con su brazo izquierdo y otra con el derecho mientras gritaba eufórico. En sus ojos se podía ver la locura que le inducía a guerrear por horas, la sangre que derramaba y el temor que infligía en todo el mundo.

Tras el caballo rojo el blanco venía tranquilo, a paso ligero, pero tranquilo. Su jinete de blanco impoluto y una corona de hiedra comenzaba a disparar flechas envenenadas con enfermedades mortíferas. La Enfermedad había llegado y con ella, sucumbían los que habían sobrevivido al paso de la guerra. Una belleza extraña  tenía la comandante del caballo blanco, rostro ojeroso, enfermizo, pero a la vez bella, una mujer que ha sido derrotada por la enfermedad y aún sobrellevándola seguía siendo preciosa.

El caballo gris seguía al blanco a paso lento, esquelético y mal nutrido el pobre cadáver andante daba pasos con lentitud intentando llegar hasta las pobres víctimas. Sobre él la jinete maga, la delgadez extrema, La Hambruna había llegado para acabar con los pocos que no sucumbían a la enfermedad, nadie debía quedar tras su paso. Con su cetro mágico mataba de hambre, absorbía poderes y disfrutaba de ello. Su cuerpo extremadamente delgado se movía lentamente mientras asesinaba cruelmente a los pocos seres vivos, después pesaba sus almas con la balanza que su cetro tenía, seleccionándolas antes de la llegada del último.

El caballo negro llegaba triunfante con la cabeza alta y al trote. Sobre él el peor de todos los jinetes, el dotado por la creadora y el esclavista más cruel de toda Thaindor. La Esclavitud tras la muerte llevaba para hacer su trabajo. Su guadaña doble y sus cadenas eran temidas por las almas que intentaban escapar casi sin fuerzas o suplicaban la llegada de algún servidor de Nuru o del Paraíso. Su aspecto era más temido que el de cualquiera de los seguidores de Nuru, una mascara de calavera adorna su rostro y sus manos esqueléticas hacen pensar que se trate de un guerrero lich, pero nadie ha podido verlo en vida, nadie ha podido ver su rostro, nadie ha podido saber que hay tras la túnica negra que oculta gran parte de su cuerpo. Sus cadenas atan a las almas y su doble guadaña las marca para que La Creadora pueda trabajar con ellas, así es, tras el paso de este jinete se reviven a los muertos, se crean a los zombies, se crean las quimeras, se crea un ejército.

Solo otros jinetes pueden acabar con ellos, solo los que quedan lucharán, La Ira, La Soberbia y La Templanza. ¿Junto a quién quieres luchar?

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